mira la luna encendida desde tu ventana, soledad que no te abandona
pareciera que nada importa lo suficiente como para no dejarlo ir
son instantes que me transportan a otra realidad sin camino imposible
mis tesoros serán piedras fútiles e imperecederas, abolladas por vientos y aguas extintas
y en árboles más viejos que cualquier precepto fundiré mi sombra
y seré leal a la absurda arquitectura de mis ensoñaciones
y nadaré como un perro ciego que persigue motores fantasmas
y volaré como un pájaro manco que busca donde aterrizar sus huesos enfermos
y apoyaré mi cabeza en una roca, suave almohada
y cerraré mis ojos hasta respirar de nuevo
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