las manos entumecidas x el deseo de tacto, entorpecidas x la espera de estas letras, x la llegada del alcohol a la sangre 
y a quién le importa si muere un paco, a quién le importa y a quién le conviene q estuvieran en la hora y el lugar correctos para devenir emblema, porque nadie estando muerto goza de la fama de un mártir 
y cuántas visiones no se desalmaron producto de una bala inerte, cuántas ganas de vivir no se vaciaron x las ansias de transformar la vida
estas manos no saben lo q escriben, entorpecidas x la espera del calor q las envuelva, del silencio q acompaña la espera, del lugar correcto a la hora correcta en q no estoy ni soy
intento imaginar el dolor q sería perder mi rostro en un accidente y reemplazarlo x cualquiera, y si mis recuerdos no fueran lo q son, ver en el movimiento de mis manos las manos de un extraño
la nauseabunda rueda en q mi cuerpo gira y en torno al ojo, hasta el centro de la pupila brillante y palpitante, sentir un terror primigenio
pienso en Japón más q nunca en estos días, y en escritores psicóticos q se suicidan, q saben q no hay nada más real q la nada, pero naufragan dentro de mi mente
y a quién le importa si muero un poco, si solo así veo la vida ante mis ojos y me recorre la sangre el cuerpo, si nací al revés y no tengo ganas de darme vuelta
quiero volar hasta [Japón], vaciar un vino frente a la tumba de [Yasujiro Ozu], donde el futuro termina y ya no somos más q escoria
dormir y despertar en un día de lluvia
decir q todo está perdido y volver a empezar

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