como si una fuerza invisible te dijera que pienso en ti todavía, como si no requiriera mucho esfuerzo encontrar la forma de torcerme, redirigir spams de tu banco a mi correo, escribirme al principio de cada mes e informarme sobre el clima, con pronósticos y recomendaciones de un periódico de ayer del lugar donde te encuentres, no te cansas de buscar la manera de absorberme
nunca tuve las fuerzas ni las ganas de luchar contra este carroñero, mi cuerpo ya fue ofrenda, amarrado al peñasco, y miré al fondo y quise que las olas me llevaran
cada hígado incipiente fue un amigo, un día y un libro que perdí por gracia divina o sacrificio
por mi egoísmo y mi amargura, por la debilidad de mi carne y de mi alma, pago el precio
como si una fuerza me empujara al desvelo, camino sin ningún principio más que el de olvidar la senda por la que anduve, para encontrarme en un bosque de pinos y eucaliptos e incendiarlo sin ninguna pretensión más que la de oler la poesía que expelen dos futres amantes ardiendo al son de los huasos quincheros
esa es la forma del amor y ninguna otra: dos cuerpos quemándose; la chispa en el mechero, la hierba seca combustionando en la pipa y el humo recorriendo una tráquea maltrecha
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